Hacía un par de años que tenía en mente este post. Aprovecho
hoy y que la palabras han invadido mi mente, formando más o menos las frases
que he puesto abajo. No significa que sea la última entrada del año. Significa
que sentía que quería hacerlo, y lo he hecho.
Poco me gustaba a mí la Navidad. Siempre pensé que consistía
en asistir a comidas copiosas con aquellos familiares que no habías visto
durante el año, en una explosión de consumismo desmesurado (tanto en comida
como en regalos) y en enviar al garete todos los esfuerzos de un año en perder
esos kilos que te pusiste en la última Navidad. Y si lo mirabas desde el punto
de vista de objetivos conseguidos y de nuevos que te pondrías, hasta te podrías
estresar. Tenía miedo de poder transmitir sólo eso a mis hijos.
Ahora es diferente. Consiste en recordarte a ti mismo y a
los demás que eres un elemento importante en todos los círculos: el familiar,
el de la amistad, el profesional, el ciudadano, …
En cuanto a objetivos, es un error marcárselos por años
naturales. Enfrentémonos a los retos tal y como se presentan, buscando el apoyo
en aquellos que más cerca están y más fuerte te hacen sentir. Y si caes exhausto
en el reto, siéntete afortunado por tenerlos cerca para ayudarte a levantarte y renacer como Ave
Fénix. Y ¿cómo no?, tomar nota de las
lecciones aprendidas.
No lo programemos todo, dejemos que vengan las cosas solas,
traspasando si viene sola la oportunidad, esa fina línea que hay entre el
compañerismo y la amistad.
Lo dicho: ¡Feliz Navidad y Próspero 2013!