domingo, 20 de octubre de 2013

Balance

Hoy, cuatro días después de entrar en los 40, hago balance mental de mi entrada en los 40 años.
Vamos a decir la verdad: el día de mi cumpleaños no me tomé muy bien entrar en esta década. Al igual que los 30 no me decían mucho, los 40 me suponían un gran cambio emocional: ahora sí que soy adulta (vamos a dejarlo así).
Pero hoy intento hacer balance. A la pregunta: -Bien, ¿no? La respuesta ahora es un rotundo Sí.
Resumo muy mucho, porque si no se me va la noche en ello ;-P
La niñez, la recuerdo como la de muchos hijos de inmigrantes de la época: padres trabajadores (albañil y ama de casa), intentando hacerlo lo mejor posible y dándonoslo todo. Ejemplo que he querido seguir. Me han enseñado cosas que deberían considerarse básicas en una sociedad que se cree civiliziada, aunque dudo que algunas personas gozasen de ese privilegio ... o que lo supieran aprovechar. Y ¿a qué me refiero? A entender que todo se consigue con esfuerzo, que hay que respetar a los demás (comenzando por una misma), que hay que ser humilde, que hay que ir de frente con los demás, ... En resumen, mil cosas que a muchos de nosotros nos pueden parecer evidentes.
¿Y qué destacar de mi adolescencia? Si tuviera que decirlo todo en una frase, sería la siguiente: Es la etapa en la que aquello que aprendí de pequeña, se empieza a convertir en mis principios. Y me alegro que así fuera, porque me ha dado las "herramientas sociales" (vaya, nueva definición) que seguro han tenido mucho que ver en conducirme hasta donde estoy ahora.
Después del Instituto, comienzo la Universidad. Allí abandono la adolescencia y entro de forma totalmente inconsciente, como en el resto de etapas, en lo que por definición es la edad adulta.
Etapa universitaria no muy caracterizada por tremendas juergas, ya que había que mantener la beca y acabar la carrera lo antes posible. Es en la Universidad donde conozco los primeros amigos de verdad, que aún hoy me acompañan.
Comienzo a trabajar poco después de acabar la Universidad. Tenía truco encontrar tan pronto trabajo: poco cualificado y menos remunerado.
Y es poco después cuando conozco a Elías, mi marido. ¿Alguien puede explicar lo que es estar enamorado? Pues no. Es un sentimiento que sólo se conoce exactamente cuando lo estás viviendo. Si no, te lo pueden explicar, pero ni por asomo es lo mismo que vivirlo.
De Elías he aprendido mucho que me quedaba aún por aprender. No sólo sobre convivencia, sino también cómo estar agracedidos de culquier pequeño detalle y de cualquier gesto que se nos regale o nos ganemos en esta vida. Y tantas otras cosas que podían haberme pasado desapercibidas y no hubiese apreciado, si no hubiese estado a su lado. Lo más importante: otro sentimiento imposible de explicar: el Amor, para mí más profundo que estar enamorada. No sé cómo explicarlo ...
Sí, los que me conocéis seguro que pensáis que ya estoy tardando en hablar de mis hijos: Pau y Eva. La experiencia de ser madre es también inexplicable. Vaya, cuanto mayor me hago, más sentimientos inexplicables van entrando en mi vida; de forma paradógica, la hacen mejor. ¿Que si recomiendo ser madre? Pues claro que sí. ¿Que si he tenido suerte? Pues también: Elías es además de un marido, un padre genial; Pau y Eva son dos críos encantadores, que me hacen vivir experiencias magníficas y también me dan la vida. No olvidemos que a la suerte le acompaña las ganas de conservarlo todo. A aquellos novatos en relaciones de pareja o en ser padres, decirles que nada es gratuito; todo requiere esfuerzo y dedicación.
¿Y el trabajo? ¿No forma parte de mi vida adulta? Sí, claro que sí. He tenido etapas buenas y no tan buenas. Quedan los buenos recuerdos de los primeros empleos. Creo buenos recuerdos en el que ahora tengo. Siempre se puede hacer.

Todos: padres, herman@s, cuñadas, sobrin@s, amig@s, Elías, Pau y Eva, habéis hecho y hacéis que el balance sea totalmente positivo.

Si tuviera que cambiar algo en mi vida, llevo unos años diciendo que no lo haría. El motivo es que ahora no tendría lo que tengo, y me refiero a nivel sentimental. Me quedo tal y como estoy, con lo errado aprendido y lo bien hecho disfrutado.